Está sentado en la oscuridad de aquel bar bebiendo su cerveza
de costumbre. Con la vista fija en la botella, pero con la imaginación muy
lejos de allí. Por la cristalera de la puerta ve como la gente camina por la
calle con semblante alegre, pero sin detenerse y hacerle compañía. Aunque fuera
una compañía de conveniencia, de barra de bar. La música de Deep Purple llena
el vacío local y le transporta a otros lugares y otros tiempos. Fue así como empezó
todo.
Desde hacía días piensa en su vida y si verdaderamente había
llegado a ser lo que siempre quiso ser o, por el contrario, a sus años, nunca
inició el camino para llegar a serlo. Desde su posición, imaginaba los estantes
en los que están situadas las botellas como pantallas de un control aéreo y el
pudiendo manejar los controles y saltar de una a otra. Se llenan con las
imágenes que le vienen a la memoria de épocas
pasadas, llenas de momentos felices. Así, en su locura imaginativa, compone un
collage que abarca desde sus años más jóvenes hasta el momento en que debe
empezar a bajar la empinada cuesta de la vida. O sea, ahora.
Aunque por separado las pantallas le muestran su vida, ésta
se compone de vidas paralelas, que no llegan a juntarse nunca. No hay un hilo
conductor que las hilvane y le dé sentido. Es como si cada pantalla le mostrara
una vida distinta, que empezó y acabó en sí misma y que nunca tuvo relación con
la que vino posteriormente.
De pronto recordó algo que podía servirle. El mar. Aunque
nació tierra adentro, siempre le había gustado el mar. De hecho, deseaba
retirarse a la soledad de algún pueblecito de la costa, cualquier costa, y
esperar el fin, viéndole llegar de cara desde el horizonte inmenso. Varias de
sus vidas habían tenido relación con el mar. Recordó con nitidez como un año
pasó unos días libres en un pueblo de la costa asturiana y la dificultad para
llegar a la playa desde lo alto del acantilado donde estaba. Nunca se le
olvidó. No tenía importancia ninguna, pero cuando su imaginación se perdía, era
fácil que se refugiara en aquel rincón. Anotó mentalmente que debía visitarlo
físicamente de nuevo.
Pero aunque el mar se podía tomar como una referencia, no
llegaba a vidas vividas en otros momentos. Entonces ¿qué vida realmente había
vivido? ¿Cuál de ellas era la verdadera? O ¿todas eran falsas? Las sucesivas cervezas
que siguieron a la primera, daban lucidez a su mente, que navegaba a toda
velocidad por la agonía de buscar la vida perdida en algún momento de su propia
vida.
Entonces vació su cabeza, imaginándola como una esfera hueca,
y empezó a llenarla ordenadamente concibiéndose a si mismo desde el origen.
Como un nuevo nacimiento en plena madurez. Todas las ciudades visitadas, todas
las mujeres amadas, serían fantasmas que le habían acompañado con el único propósito
de llevarle hasta donde estaba en este momento vital. Realmente el hilo
conductor de todas esas vidas era su obsesión por estar siempre en otro lugar.
Si su vida era como una sucesión de compartimentos estancos, él era el culpable
por cerrar rápidamente cada uno de esos momentos para empezar otro, y no dejar
que todo transcurriera de manera natural y le otorgara continuidad y sentido.
Así se hubiera convertido en un todo.
Pero está aquí. Le habla al destino sin saber que lo tiene
marcado por la soledad y que está es su único amor, la que siempre le aguanta
su insatisfacción, ya que ni siquiera su sombra se molesta en acompañarle en
esta etapa final. Pero, por otra parte, siempre aparece alguien que no esperas
y hace que le pongas los cuernos a la soledad y que el morir sea más lento.
Leer tus artículos se ha convertido en una adicción semanal. Estoy deseando que escribas el siguiente para poder seguir volando en esa realidad que nos muestras y que nos hace viajar a otros mundos en los que personalmente me gustaría vivir. Gracias por deajarnos soñar.
ResponderEliminarun saludito
Es tu espejo de algunos días de verano, otoño, primavera o invierno.OLI
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