martes, 19 de julio de 2011

LA CIUDAD QUE SE NOS VA




Después de unas entradas algo intimistas, emocionales y “casi” personales, el baúl de sentimientos sobre el que se asienta la vida ha quedado vacío. Ya no sale la palabra fluida y los pensamientos se niegan a surgir. Se necesita una reconstrucción integral y volver a sentir de nuevo. Para engañar al tiempo que ha de pasar, haremos un ejercicio irónico, sobre la ciudad en la que vivimos. A fin de cuentas la ciudad va en uno mismo, forma parte de cada uno y casi es como hablar de una emoción. No es igual, pero lo parece.     
                                     
Esta ciudad, que vive el presente como pasado, ignorando el futuro, está extendiendo una iniciativa, sorpresiva en su origen, pero que ahora se está convirtiendo en un hábito peligroso. Es la de ocultar a los ojos la cantidad de edificios y locales vacíos, llenos de decadencia y miseria, que proliferan cada vez más como consecuencia de la crisis económica. Están intentando convertir nuestra realidad en un escenario en el que se cambian truculentamente los decorados con tal de agradar al público. Falsos oropeles hechos con bisutería barata. La sensación es la de un gran escaparate con los maniquíes, sin cometido, deambulando por las calles como zombis. Nosotros somos esos maniquíes. Representantes de un tiempo pasado y caduco. Pertenecemos a un muestrario antiguo que se niega a modernizarse y que será barrido por los lugares con iniciativa y ganas de adelantar al tiempo. Quedaremos, como en la foto, guardados en cualquier almacén, como saldos sin posibilidad de venta.

Al igual que en las películas del oeste los pueblos solamente tenían construidas las fachadas, así quedará Zamora en su insistencia por difuminarse. Escenario de calle abierto tres veces al año, como si fuera un parque de atracciones estival. Esta ciudad tiene el gran defecto de saber tapar mejor que destapar. En cualquier faceta, ya sea social, política, etc. Llevamos 20 años para destapar la muralla de la Puerta de la Feria, y todavía no está completa, pero en poco tiempo hemos tapado parte de la miseria que nos acecha.     

                                               (FABULACION)

Como parte de la programación estival, ha sido presentada en rueda de prensa por los altos dignatarios de esta ciudad, la segunda fase del Festival DISFRAZAMORA. Como se sabe, este Festival consta de tres fases:

1º fase: la invisibilidad del individuo. Ejercicio místico anual con promesa de silencio incluida.

2º fase: la invisibilidad de la ciudad.

3º fase: la oscuridad.

La primera fase se desarrolló en la segunda quincena del mes de abril. Se consiguió con gran éxito de participación, que miles de personas lograran permanecer invisibles a los ojos de los demás. En éxtasis colectivo, la gente iba difuminando su contorno bajo atuendos que se mimetizaban con el entorno gris y decadente de muchas de las calles de la ciudad.

En esta segunda fase, el objetivo es hacer invisible lo real del entramado urbano a través de grandes fotografías que simulen una ciudad que ya no existe. Con ello se conseguirá que los visitantes se sientan como actores en un escenario teatral, al mismo tiempo que la ciudad se difumina y desaparece entre bambalinas.

En la tercera fase, que se celebrará entre septiembre y octubre, llegaremos a la invisibilidad total, al sumar a los individuos de la primera fase y los edificios de la segunda, el resto de personas que deben de irse por trabajo, estudios y los pocos turistas que queden. Si el experimento tiene éxito, al mirar el mapa de España, en el lugar que ocupaba la ciudad de Zamora, habrá un vacío, un hueco sin cubrir. Y habremos, nunca mejor dicho, muerto de éxito. El primer y único éxito.

No sé. Deber ser que tengo ganas de bronca. Será el tiempo.

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