Aunque
han pasado ya unas semanas del asunto que nos ocupa, todavía resuenan en mi
cerebro las palabras del concejal del Partido Popular en Zamora, González Prada: “hay que salvar al ayuntamiento de este equipo de gobierno”, gobierno
municipal, por otra parte, en mano de la coalición de Izquierda Unida y PSOE.
Palabras teñidas de melodrama, de exageración y, porqué no, de grosería hacia
el ciudadano zamorano, como si se hubiera apropiado para sí el papel del
general Moscardó en la defensa del Alcazar de Toledo, militar franquista
participante en el golpe de estado del 36, el cual instauró la dictadura en
España, y se propusiera reconquistar la administración municipal a golpe de
arengas patrióticas y soflamas baratas.
Parece importarle muy poco al citado
concejal furibundo que el actual equipo de gobierno municipal salió de las
urnas en las últimas elecciones municipales y autonómicas y que, por tanto, es
el representante electoral de una parte de la ciudadanía que optó por su
proyecto y el representante general de los intereses democráticos de todos los
ciudadanos. Si como dice este concejal irascible hay que salvar al ayuntamiento
del equipo de gobierno, por extensión está expresando su deseo de salvar al
ayuntamiento de los ciudadanos que votaron a las opciones políticas que lo
forman, como si en su imaginario particular formaran una turba que hubiera
asaltado la capilla que, en su fuero interior, todos los dirigentes Populares
consideran suya. En definitiva: las instituciones.
No voy a caer en la presunción de
creer que el equipo de gobierno actual lo esté haciendo todo bien, nadie es
perfecto, pero si en apenas un año y medio ha sacado adelante los cinco grandes
contratos que afectaban al correcto funcionamiento de los servicios básicos de
la ciudad, caducados algunos desde hacía diez años sin que los sucesivos
equipos municipales del Partido Popular hicieran nada por restablecer la
legalidad, ¿vaguería o ineptitud?, de los cuales, curiosamente, formó parte de
alguno de ellos el señor González Prada, algo se estará moviendo
municipalmente en positivo, aunque ciertos matices sean mejorables, pero creo
que los trabajadores subrogados de la O.R.A. y los aparcamientos subterráneos en
el nuevo contrato estén más de acuerdo con el equipo de gobierno que con la
oposición legalista del citado concejal, aderezada de bastante mamporrero
social y empresarial zamorano, por cierto, y más parecida al “no te ajunto” de
nuestra niñez que a la profesionalidad que merece el ejercicio político.
No obstante, puede que el concejal
arrebatado, siguiendo la política de empleo del gobierno central, de su mismo
partido, desee mejorar las cifras del paro provincial y capitalino desechando la
subrogación planteada y sustituyendo a cada trabajador actual de la empresa por
dos nuevos empleados, eso sí, cobrando cada uno un cuarenta por ciento del
salario del trabajador despedido. Bajan las cifras del paro y gana más dinero
el empresario: derecha pura y dura. O puede que esta nueva dimensión mediática
sea su postulación para liderar las listas de su partido en las próximas
elecciones municipales dada la acumulación de tareas “importantes” de la señora
San Damián, cargando contra todo lo que en su día, desfachatez al poder, no
supieron hacer sus correligionarios.
Si bien es injusto extrapolar, lo
reconozco, voy a hacer una conjetura paralela: en vista de la situación de
inanición y agotamiento de la Fundación Rey Afonso Henriques, ¿no habrá que
salvar a la misma de su equipo de gobierno administrativo? O, en este caso, la
culpa es del cha, cha, cha.
En fin, creo que su
exabrupto viene como resultado de su intención de hablar bien de los
americanos.
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