martes, 5 de julio de 2016

EL CONCEJAL ANTISISTEMA DE TERCIOPELO

           El sectarismo político de medio pelo engendra una pésima combinación con la falta de conocimientos básicos de comportamiento ético y profesional para conducirse por los entresijos de la política local de cualquier ciudad. La corporación municipal debería ser el foro en el cual se dilucidaran los asuntos domésticos locales y las posibles controversias surgidas al albur de los distintos enfoques que sobre los problemas diarios pueden tener los diferentes grupos políticos que la conforman. El hecho de no formar parte del equipo de gobierno, o estar en desacuerdo con él, no significa que se deba abandonar el ejercicio cuerdo de oposición en el ágora comunal y lanzarse, cual irredento mesías, a la revuelta callejera de saldo mental, apoyarla o diseminar sus efectos.

            Pues bien, parece ser que el miembro de la oposición municipal del PP, Víctor López de la Parte, no termina de entender estos conceptos básicos, incluido el hecho de que él mismo y su partido, aún en la oposición, son garantes de la normalidad y de salvaguardar el bien común de todos y que, se le olvida a menudo, todos pagamos con nuestros impuestos. En lugar de actuar conforme a estos parámetros, se convirtió en la jornada del día 28 de junio en el vocero, junto con algún medio periodístico digital afín basado en el pasado carpetovetónico, del descontento ególatra y vanidoso de unos cuantos jóvenes insatisfechos con el gusto festivo general y con la imposibilidad de imponer sus caprichos y su concepción del mundo, ejerciendo de mitinero en las redes sociales al más puro estilo populista y fanático y convirtiéndose en un revolucionario de terciopelo, en un antisistema de blazer y polo de Lacoste.

            En lugar de intentar reconducir la situación hablando con los supuestos caudillos teletubbies de la revuelta o poniéndolo en conocimiento de algún miembro del equipo de gobierno, se inhibió de su condición de concejal intentando extender el resultado de las elecciones generales del domingo anterior al hecho local del resentimiento intolerante de unos pocos que, por supuesto, no representan al colectivo al que dicen pertenecer. El infumable autonombrado presidente de la autonombrada comisión de peñas, órgano creado “ad hoc” por el anterior equipo de gobierno del PP al cual pertenecía el concejal de la Parte, intentó crear una asonada civil y arrabalera partidista en un momento crítico de las fiestas, con las calles repletas de gente, que podría haber tenido más consecuencias de las habidas ante la mezcla de intereses personales inmersos en la protesta: unos, yihadistas de la misma, otros, fiesteros irredentos que se la sudaba en grado superior el motivo de la misma y otros muchos que asistieron a la cencerrada estúpida llamados, hacía ya rato, por el dios Baco, o sea, borrachos. El hashtag creado para la ocasión, #SPsomosnosotros, denota el autoritarismo societario de los integrantes del supuesto movimiento secesionista jaranero, en consonancia, como herederos que son, de aquellos tremendismos del calibre de “la calle es mía” o “el estado soy yo”.

            El resultado de tanto retraso mental acumulado fue el vandalismo propio de estas concentraciones con rotura de mobiliario urbano, tan denostadas por el mundo pepero en otros feudos, con graves insultos al alcalde electo. Cabe señalar, curiosamente, que al día siguiente, día grande de las fiestas, esa misma comisión de peñas de los cojones, programó otra concentración en la Plaza Mayor para duplicar la misma protesta anterior, a la que no acudió nadie ante la negativa a más manipulación por parte de los integrantes de las peñas, hartos del esperpento, con lo cual los supuestos cabecillas quedaron retratados para la posteridad, con marco de cretina púrpura, tanto avejentado mental zamorano de la noche anterior, incluido Don de la Parte.

            Y todo esto por una prohibición normal de no poder introducir los carros de bebida en la plaza ante el gentío que había y de un concierto, el del grupo La Raiz, calificado por los sesudos analistas musicales del PP y de la autoproclamada comisión de peñas de partidista y cercano a las posiciones de izquierda. Precisamente, un grupo de moda entre todo tipo de jóvenes, excepto los maripuris de confesionario, que vinieron de diferentes puntos de la geografía española a presenciarlo, y que ha girado por toda España, incluidos ayuntamientos gobernados por la derecha. Pero, claro, es lo que pasa cuando solamente se escuchan Los Cuarenta Celestiales en Radio María, que te desconectas y crees ver demonios musicales por las esquinas.

            En fin, que lo que ha quedado demostrado con todo este sainete estúpido de tanto tonto involucrado es que el nivel educativo musical del que hacen gala está a la altura del reconstruido himen de su gran gurú sonoro: Leticia Sabater. Pues allá ellos y la virginidad de quita y pon.

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