Reconozco que todavía
me sorprendo ante la aparición espontanea de emoticonos, simbolitos o como
puñetas se llamen, a la hora de ponerme a escribir un texto en cualquier
sistema de comunicación, tipo whatsapp. En una nueva pirueta lingüística, los
creadores de este tipo de lenguajes han decidido, por su cuenta y riesgo, que
cuando el sistema reconozca una palabra escrita, a ésta la acompañe de forma
unilateral el simbolito dichoso almacenado, como debe de estar, en la librería
correspondiente. De tal suerte que si pones la palabra “mierda”, ya no hace
falta ir a buscar su ideograma, sino que esta acude a ti, como las moscas a la
misma, para resaltar o reforzar, se supone, tu intención. Es verdad que uno
puede elegir entre la palabra o el símbolo, pero si se elige la palabra tiene
que borrar el símbolo y, de lo contrario, al revés. Todo eso, como digo, cuando
nadie ha pedido que apareciera la ínclita caricatura.
Y además, en muchas de las ocasiones,
¿qué quiere decir el ideograma en cuestión? A veces, si el texto aledaño no es
lo suficientemente claro, puede dar lugar a diversas interpretaciones. Si pongo
una mierda con ojos, ¿qué quiero decir? ¿Qué estoy hecho o soy una mierda?,
¿qué mi interlocutor es una mierda, y por tanto lo estoy insultando de forma
grosera?, ¿qué tengo conjuntivitis?, ¿qué tengo un parecido razonable con Marty
Feldman en el jovencito frankenstein? Igualmente, en otro caso, si me sale el
simbolito de una cerveza, ¿es qué me estoy tomando una cerveza?, ¿quiero ir a
tomarme una cerveza?, ¿estoy involucrando a mi interlocutor para que me invite
a una cerveza?
Y
así, se sigue con una lista interminable de ideogramas que uno no sabe muy bien
para que sirven. Por que acaso ¿alguien me puede decir que coños significan, o
en qué contexto se puede utilizar, el símbolo de dos japoneses en kimono y
agarrados de la mano? ¿Qué voy a ir a un chino? Lo que parece claro es que si
no existe, en la mayoría de los casos un texto adyacente, los emoticonos o
símbolos no sirven para nada o resultan redundantes. Por encontrarle una cierta
utilidad, podrían servir para quienes tienen menos vocabulario que caracteres
posee twitter o podría servir como elemento comunicativo elemental, nada complicado,
para quienes su mayor acto de rebeldía es forma parte de la plantilla de
Mujeres, Hombres y Viceversa.
Otro
caso particular es el de facebook. Este sistema incorpora una serie de
emoticonos en el chat privado más propio de los dibujos realizados por los
infantes de cualquier guardería española. ¿En qué metafísica rudimentaria
estarían pensando los analistas de dicha empresa para pensar, ni siquiera por
un momento, que mujeres y hombres hechos y derechos iban a utilizar semejantes
disparates coloreados? De hecho son tan infantiloides, que parecen salidos de
la neurona vaga de Calamarro, el amigo tonto de Bob Esponja. Pero aparte de
todo esto, este sistema posee una novedad más, “el estado” o “como te sientes”,
que, esta vez sí, acompaña al emoticono un breve texto. Sin embargo, lo curioso
de estas frases es que pretenden resumir un supuesto estado emocional,
aceptando “emocional” como animal de compañía, en frases más propias de los
proverbios chinos de la buena suerte con las que te endulzan el cólico
digestivo provocado cuando visitas uno de sus restaurantes.
De
esta guisa asistimos a revelaciones antropológicas tales como: “me siento
avergonzado/a”, “me siento cabreado/a”, “siento sorprendido/a”, “me siento
alegre”, etc. Una ristra de “me sientos”, todo ello aliñado con su
correspondiente carita, que al cabo de unos días uno tiende a pensar que hay
quien tiene más desequilibrios emocionales que los que se dan por norma en la
consulta de un siquiatra. Por otra parte, si mi estado “emocional” no se encuentra
en facebook, ¿desaparece el mal padecido? ¿Se puede proponer a facebook que
recoja esta nueva sintomatología en su cartera de servicios? ¿En el caso de ser
recurrente, se puede solicitar a la Seguridad Social que la recoja en la suya?
En fin, que después los pictogramas de las cuevas
rupestres, de la escritura cuneiforme, egipcia, maya o china, en la actualidad
caminamos, de forma vintage, hacia una nueva forma de comunicación ideográfica,
eso sí, más expuesta, más simple, más escueta. En definitiva, más vaga y con una cierta propensión a la eyaculación precoz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario