Tantos siglos de
asonadas, levantamientos, pronunciamientos y golpes de estado han contribuido a
instalar en el subconsciente social un temor atávico a cualquier noticia
relacionada con el ejército, siempre que no sea para pelotear su papel como uno
de los pilares fundamentales de la democracia. Sin embargo, periodistas como
Jordi Évole y su programa Salvados de la Sexta, nos ponen ante nuestras
ignorantes narices de ciudadanos confiados la parte más oscura y deshonrosa de
un ente que, sometido por ley a la soberanía del pueblo, funciona de facto al
margen de cualquier mecanismo democrático, al aplicar códigos de conducta y
jerarquía basados en usos y costumbres más propias del neolítico, que bien
pueden servir para mantener la disciplina y el rigor en un cuerpo preparado
para la guerra, pero que chirrían en la actividad cotidiana en tiempos de paz.
El programa del domingo 8 de marzo
sobre la comandante Zaida Cantera, es un alegato, no ya contra el machismo y el
abuso de poder contra las mujeres en la milicia, que ya es decir en pleno siglo
XXI, sino contra del secretismo con el que se manejan actitudes vergonzantes de
ciertos miembros del colectivo militar y de unos superiores que en lugar de
salvaguardar el honor del colectivo al que representan, esconden bajo la
alfombra de sus ostentosos despachos la suciedad y el hedor que dichos
comportamientos generan. Pero lo más escandaloso es el pasotismo con el que se
llevan estos actos por parte de quien debería ser el máximo responsable de
purgar y exterminar dichos actos, el Ministro de Defensa, al ser el
representante de la sociedad civil, el único que ha sido, en teoría, elegido
por los ciudadanos libremente mediante unas elecciones libres.
Tengo que reconocer que ya ni me
acordaba del nombre del ministro en cuestión, Pedro Morenés, dado el poco
carisma que emana y su nula presencia en los medios de comunicación, aunque
esto no deja de ser lo lógico dado el reducido tamaño de las Fuerzas Armadas
Españolas. Pero su intervención el miércoles en el Congreso de los Diputados,
contestando con malos modos y actitudes chulescas a la interpelación de la
diputada de UPyD, Irene Lozano, sobre el caso de la comandante Cantera, entra
dentro de la antología de respuestas mezquinas, sórdidas y miserables con la
que el gobierno del Partido Popular nos lleva regalando desde el inicio de su
mandato.
En
un intento descarado y ruin de derivar la atención recaída sobre los mandos del
ejército involucrados en el acoso y abuso sobre la comandante, no olvidemos que
ésta estaba en la tribuna de invitados, lo que hace más vergonzante su
intervención, centró su respuesta en hacer llegar a la opinión pública que la
interpelación parlamentaria a la que tenía que responder solamente iba
enfocada, en un ejercicio de cinismo e hipocresía acorde con su nombramiento
como ministro, no olvidemos que procede del mundo privado y más en concreto del
sector armamentístico, a desprestigiar a las Fuerzas Armadas, en un intento por
manchar y desacreditar el ejercicio democrático de una diputada del Parlamento
Español y, por tanto, de sus votantes.
En
el clásico ejercicio de prietas las filas al que nos tiene acostumbrado el
Partido Popular, su portavoz arremetió con los mismos malos modos contra la
diputada de UPyD, dando la impresión que su actuación parlamentaria iba más a
satisfacer a sus jefes, las elecciones llegan y hay que posicionarse en las
futuras listas, que a realizar el control de los miembros del gobierno,
actividad para la cual ha sido elegido. De esta forma y en una misma sesión se
denigraba por segunda vez a la comandante Cantera, que constató de primera mano
que no tendría ningún defensor entre los miembros del Partido Popular en el
Congreso.
Nadie
del gobierno explicó por qué el oficial, que tuvo ese comportamiento denigrante
con la comandante, a pesar de ser condenado a dos años de cárcel, fue ascendido
en el escalafón a coronel. Nadie del gobierno explicó por qué el oficial
superior de éste no siguió en su momento con el procedimiento y solamente puso
trabas al ejercicio de defensa que solicitaba la comandante Cantera. Nadie del
gobierno explicó por qué, como se puso de manifiesto en el programa de la
Sexta, se presionó a la misma comandante, a su marido, también militar, y a sus
testigos para que el procedimiento se sobreseyera. Todas estas pruebas ponen de
manifiesto la escasa democracia interna que se respira en las Fuerzas Armadas
Españolas, su oscurantismo, su secretismo, sus formas caciquiles y clasistas y
el poco efecto que tienen las denuncias sobres los infractores si éstos son
oficiales de rango superior y de familia de “rancio abolengo”, más de lo
primero que de lo segundo.
Al
final el resultado ha sido “espeluznante”: la comandante Cantera, la militar
agredida, de baja médica y en tratamiento y con el horizonte próximo de
abandono definitivo del ejército, su marido también fuera del mismo por pérdida
de confianza en un mundo, el militar, que no ha sabido defender a uno de sus
miembros, en este caso su mujer, el oficial agresor ascendido, el oficial
superior de éste último, también ascendido. Y la omertá campando a sus anchas
por doquier. Pero así es como celebró el Partido Popular el Día de la Mujer
Trabajadora, dando una muestra más de su concepto de igualdad entre hombres y
mujeres. Está bien que de a conocer a la ciudadanía en general su programa
sobre este asunto ahora que se acercan diversos procesos electorales.
Mención aparte merece el
trato dado a la cuestión, en sus diversas tertulias y programas, por Televisión
Española. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Periodistas
y tertulianos a sueldo del jefe. De asco.
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