Te levantas un día y
compruebas en las noticias que aquellos que solamente ven su futuro político en
los consejos de administración de las grandes empresas, para mayor gloria de su
socialismo de café manchado, te han llamado izquierdoso y extremista.
Simplemente por defender una postura que va en contra de ese estado de las
cosas que ha llevado a la ruina a la mayoría de los españoles en clara
contraposición con el incremento de los privilegios de una casta de desahogados
cuyo mayor mérito para estar ahí arriba es la historia, y ya sabemos que la
historia reciente de España es como para echarse a llorar.
Sin embargo, ellos, que son como los tres
cerditos, pero encarnando solamente al hermano tonto, el de la casa de paja, van
dando lecciones de ciencia política al resto de la humanidad con el único afán
de perpetuar el bipartidismo, o sea, su sueldo, su pan de cada día, aquello que
los mantiene vivos, ya que en caso contrario, el aumento de las opciones
políticas progresistas con posibilidades de ganar las elecciones o influir en
la formación de un gobierno de vanguardia, significaría su desaparición de la
escena pública por inutilidad manifiesta, escasa enjundia y discurso vacío. Se
les notarían las costuras en sus trajes de “pret a porter” de izquierdas con
los que se pavonean en los salones de los poderosos con el único afán de medrar,
traicionando de paso a sus mayores. Desnudos y al descubierto.
Pero, para cerrar el círculo de la
semana, y una vez calificado de izquierdoso y extremista, o sea, el diablo
comunista de sus peores pesadillas de barrio alto, de puertas de hierro o de
moralejas de confesionario, por el socialismo de salón, por mi opción política,
en el día de hoy, a mayor gloria de la estulticia más regresiva instalada en
facebook, he sido calificado de vago por mi ejercicio profesional: funcionario.
Comunista y vago, un blody mery de sensaciones en las bocazas de aquellos que
razonan como el culo a falta de facultades neuronales para el ejercicio
deductivo en función, no de discursos aprendidos en manuales de la FAES o en
catecismos sectarios de propaganda capitalista, sino de datos objetivos y en la
interpretación imparcial de la realidad.
En la ciudad del Sexto Sentido
todavía habitan seres que, en su ceguera, creen jugar el partido político y economico de la
primera división. A falta de grandes empresas, han ocupado ese nicho conceptual
adjudicándose el papel de empresarios de metrópoli en una urbe rural y falta de
futuro, no por rural, sino por moribunda. Empresaritos con el ego de
Rockefeller que ven en los trabajadores y en los funcionarios los enemigos a liquidar
siguiendo las consignas de la Gran Patronal a la que rinden pleitesía en pos de
su reconocimiento y aceptación a cambio de mamporrear en sus juegos
capitalistas. Curiosamente, en esta ciudad no existe la clase media, esa clase
a la que ellos creen pertenecer, sino
que es una ciudad atiborrada de pensionistas y soportada económicamente por los
mismos trabajadores y funcionarios que son denostados un día sí y otro también
por el imaginario entramado empresarial y que, vaya por dios, pueden decidir
gastar su dinero en tal o cual comercio. ¿Qué, no habías pensado en eso?
Creo, sinceramente, y parafraseando a James Rhodes, que
es más fácil que me tire a Rihanna a que verdaderamente lo entiendan. Un saludo
de este “vago, izquierdoso y extremista”, pero que os aprecia por lo divertidos
que sois, ¡pendejos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario