Hace
ya unas horas que he leído en internet que el gobierno islandés ha perdonado la
deuda hipotecaria a la mayoría de la población. Antes de que el estupor se
convierta en cabreo, vaya subiendo en la escala hacia la ira y empiece a
esputar el santoral completo, me tomo mi tiempo y decido indagar algo más sobre
la noticia. Internet es un buen instrumento para la información rápida, pero
también para la desinformación provocada por quienes lo utilizan para intoxicar
a la población que ya no cree en los medios de información cautivos del poder.
Tecleo
en google: “Islandia perdón deuda hipotecaria” e inmediatamente surgen los
enlaces. Elijo referencias conocidas y la primera me lleva a libremercado.com.
Así que es cierto, lo que pudiera parecer un milagro resulta que el gobierno
islandés lo ha conseguido: velar por sus ciudadanos en lugar de proteger a
quienes se lucraron con la crisis que ellos mismos provocaron. Así se puede
leer: “Desde finales de 2008, los bancos de la isla han
perdonado créditos
equivalentes al 13% del PIB del país, lo que reduce la carga de
la deuda de más de un cuarto de la población, según un informe publicado este
mes por la Asociación de Servicios Financieros de Islandia recogido por Bloomberg”.
Empiezo a comparar esta situación con la política
económica del gobierno español y me pregunto: ¿estamos en la misma comunidad
europea? Al contrario que en Islandia, en este país se ha optado por salvar a
los bancos causantes de la quiebra financiera de las familias con la asunción
de políticas inequívocamente gravosas para el ciudadano, siendo éste último el
verdadero sacrificado por los errores cometidos por políticos y economistas.
Sigo leyendo: “Desde la quiebra de la banca
islandesa en 2008 (por un total de 85.000 millones de dólares) los pasos que ha
seguido la isla por renacer están demostrando ser eficaces. La economía de Islandia superará
este año el crecimiento medio de la zona del euro y de la OCDE”.
Asombro. Y: “Un acuerdo entre el Gobierno y los bancos, que están en parte
controlados por el Estado, ha hecho posible que a los islandeses se les
perdonen unas deudas
que superan el 110% del valor de sus viviendas”.
Incredulidad.
O sea, que existen otras formas de remontar la
crisis, de corregir los fallos de un sistema capitalista salvaje y orientado a
lucro incesante de un grupo mundial de privilegiados, mientras el resto de la
humanidad cada vez vive en condiciones más precarias, incluso aquí, en el
supuesto bienestar del mundo occidental. Aunque me da la impresión de que la
verdadera diferencia estriba en algo fundamental: en Islandia la gente salió a
la calle y no paró hasta que consiguió derrocar a un gobierno mentiroso, meter
en la cárcel a los banqueros involucrados y reformar la constitución para que
este tipo de situaciones no se volvieran a repetir en el futuro. Ahora recogen
el fruto de ser conscientes de sus derechos como ciudadanos y su exigencia para
quienes fueron elegidos con su voto.
Al contrario, en España se volcó toda la
culpabilidad en la ciudadanía y ésta la acepto con golpes de pecho al grito de
“yo pecador”, “resignación en este valle de lágrimas” y “así nos ganaremos el
cielo”, ideas provenientes de un catolicismo castrante que lleva veteando la
política de este país desde tiempos inmemoriales. El gobierno de la derecha más
cerril y reaccionaria, personajes salidos de esas fotos sepias de un tiempo no
tan lejano, al mismo tiempo que pedía solidaridad y sacrificio al común de los
mortales, iba cerrando la soga económica sobre sus cuellos, dejando en la más
absoluta impunidad a los verdaderos culpables, a las élites políticas,
bancarias y económicas, cuando no eran designados algunos de sus miembros para
revertir la situación. Porca miseria.
Recorro
varios enlaces más que me corroboran que lo leído es cierto. Al final termino,
cosas de internet, viendo el anuncio de Campofrío. Aquello de que se puede ir a
Islandia, pero no hacerse islandés. Sabes lo que te digo, sí, a ti, Campofrío:
¡a la mierda, coño, a la mierda! y metete los embutidos por donde te quepan.
Este año sardinas La Marinera. Pues no te jode.
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